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un libro arquitectónico

Esta semana, con motivo de la celebración del Día del Libro, muchos centros escolares programan actividades culturales extraordinarias. El instituto donde yo estudié habilitaba, con la colaboración de una librería de la ciudad, un pequeño espacio para la venta de libros (con el correspondiente descuento) durante la jornada del 23 de abril (ya sabéis, la fecha en la que murieron Cervantes y Shakespeare aunque ninguno de ellos lo hiciera realmente aquel día). No sé si eso se seguirá haciendo, pero en los colegios y escuelas infantiles que nos quedan cerca siempre tienen algún plan: entre abuelos que van a las clases a leer cuentos y contar historias, actuaciones musicales y competiciones deportivas, propusimos a la escuela infantil pasar un mañana con los niños hablándoles sobre los libros, y sobre un libro muy especial. Un libro arquitectónico, titularon en la escuela, para nuestro rubor, nuestra actividad.

Algo más de cien niños y niñas, con edades comprendidas entre algunos meses y los seis años, abarrotaban el aula destinada a actividades especiales; los días especiales son días de convivencia, de talleres verticales, de participación. Les enseñamos libros grandes, de esos que están repletos de imágenes y fotografías, y libros pequeños, de los que caben en la palma de la mano; libros cargados de letras y libros con dibujos; libros de papel, y libros blanditos. Pero en realidad todos (casi; alguno dormitaba en su hamaca) estaban deseando saber qué había debajo de la tela rosa con la que cubrimos el gran libro que con su ayuda (sin ellos saberlo) habíamos hecho, e íbamos a disfrutar.

La idea era hacer un homenaje al precioso libro The Giant Game of Sculpture de Hervé Tullet, editado por Phaidon; para ello, previamente en las aulas habían pintado de colores los cartones (de 105 x 130 cm), y en un par de mañanas los habíamos preparado, realizando cortes y ensamblándolos; el libro de Tullet es tan bonito que queríamos compartirlo con los niños y niñas que vemos a diario, pero a gran escala.

Y funcionó, vaya si funcionó. Durante el resto de la mañana estuvieron jugando con las formas geométricas de colores, buscándoles un lugar en los cartones, enredándose entre ellos; alguna que otra niña estaba empeñada en devolver las formas a los huecos de los que procedían (reconstruir el puzzle); otros estaban especialmente interesados en los círculos, otros en las rectángulos… y otros en las bridas de plástico que hacían de bisagras. Se apropiaron del espacio que delimitaban los cartones, de sus orificios, de las relaciones entre ambos lados, delante y detrás, dentro y fuera. Jugaron, con el caos y el orden simultáneos del que solo son capaces quienes no saben qué significan caos y orden, y que solamente saben gestionar, y qué bien, quienes se dedican a su educación.

Pensándolo bien, sí que es un libro arquitectónico.

fjp abril 2015

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1 comentario en “un libro arquitectónico

  1. Una idea original y divertida. Seguro que los niños han comprendido mejor qué es un libro y su uso.

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