

El primer lunes de octubre se celebra el Día Mundial de la Arquitectura. Es habitual que el mundo de la arquitectura celebre actividades conmemorativas, divulgativas y de visibilidad en ese día y por extensión y programación en esa semana, la llamada Semana de la Arquitectura. Desde el año 2012, uno de estos actos consiste en la colocación de placas identificativas en aquellos edificios incluidos en los distintos Registros Docomomo.
Ayer martes 7 de octubre de 2014 asistimos a la colocación de la primera de estas placas en la provincia de Jaén. El edificio elegido fue el Colegio Padres Paules, también conocido como Seminario Reina de los Apóstoles, en la localidad de Andújar.
Luis Laorga Gutiérrez, autor de diversos edificios docentes, proyectó en 1965 este edificio, siendo el punto que señala el fin de la extensa y profunda huella del Movimiento Moderno el municipio, iniciado con el Salto del Jándula de Casto Fernández-Shaw, y que incluye el Poblado de Colonización de Llanos del Sotillo, el cine Tívoli, la viña Gisbert y el Mercado de Abastos.
El complejo programa requerido, que incluía residencia de alumnos, comunidad femenina, comunidad masculina, áreas de docencia y ocio, así como zonas para el público ajeno al centro, se resuelve con una gran claridad y contención formal, con una rotunda organización global y de cada una de sus áreas, estableciendo las adecuadas y medidas relaciones entre ellas, recurriendo a la creación de diversos patios y ámbitos semicerrados que califican y cualifican los diversos espacios y sus relaciones y facilitan la articulación de los distintos usos, cediendo la representatividad para la pequeña Capilla ubicada en el acceso, y estableciendo evidentes relaciones proyectuales con la coetánea Universidad Laboral de Huesca, proyectada el mismo año por Laorga junto a José López Zanón.
Las diversas obras escultóricas, litúrgicas y cerámicas de Joaquín Rubio Camín son plenamente coherentes con el tono global del edificio.
Desde 2008 el edificio se encuentra sin uso, y pese a que en 2011 pasó a titularidad pública, las circunstancias económicas han dejado en suspenso la implantación de un nuevo uso, a la espera de que la situación permita, por fases, ubicar nuevas funciones, públicas esta vez, en el inmueble.
Los edificios no pueden ser espacios vacíos. La mayor garantía de la adecuada conservación de un edificio es su uso, su funcionamiento diario, la vida. Sin vida, el deterioro de un inmueble es inevitable y progresivo; al paso del tiempo se une un inadecuado mantenimiento, y una mayor exposición a daños externos, incluso actos vandálicos y malintencionados.
Es necesario poner de nuevo en uso el edificio, volver a dotarlo de vida. Escogiendo adecuadamente el programa, un programa que habrá de ser capaz de encajar en los espacios existentes, en su estructura formal y organizativa, sin pervertir el edificio original. De la elección de este uso y de su modo y de sus tiempos de implantación (¿es viable plantear de un modo coherente el uso de distintas áreas del edificio paso a paso?) dependerá el éxito de la intervención.
Ayer, durante el acto de colocación de la placa, se habló del valor de estos pequeños gestos por el reconocimiento que suponen para el patrimonio y para la ciudad en sí. Se habló del orgullo que supone para la ciudad de Andújar su extenso patrimonio del Movimiento Moderno, reflejado con seis obras en los Registros Docomomo. Y también se habló de la importancia, desde el punto de vista social, de que los edificios estén en uso, en funcionamiento, y de las dificultades que en ocasiones existen para cambiar el programa de uso de un edificio: escuela de hostelería, escuela de deporte, escuela de idiomas…
El Colegio Padres Paules, por sus características, por su resolución formal y organizativa, es un edificio capaz de albergar múltiples usos de manera simultánea y entre los que se pueden establecer adecuadas relaciones de integración o de separación, según sea necesario. No es el Colegio un edificio “contenedor” que admita una nueva fragmentación a demanda; es un edificio que respondía de un modo claro y preciso a un programa complejo, no unitario, y es precisamente esta respuesta y esta complejidad inicial la que permitirá encontrar el modo de volver a ponerlo en funcionamiento.
La viabilidad de la implantación de los diversos usos planteados (una vez desechado el uso original) dependerá del rigor, la cautela, el cuidado y si se me permite el cariño hacia el edificio existente, de modo que la intervención lo sea de mínimos, y coherente y respetuosa con el origen.
La colocación de la placa Docomomo ha de servir para el reconocimiento al edificio, ha de ser motivo de orgullo, pero sobre todo ha de permitir que la mirada de los políticos, los técnicos y la sociedad en su conjunto se detenga en un edificio de gran valor arquitectónico, y en la arriesgada oportunidad (que no oportuno riesgo) que supone, en el siglo XXI, la re-habilitación (re-vitalización) de una excelente pieza de nuestro patrimonio reciente.
Este edificio se encuentra incluido en el Registro Docomomo Ibérico de Equipamientos, en el Catálogo del Plan General de Ordenación Urbanística de Andújar, y en el Registro Andaluz de Arquitectura Contemporénea.
Y sí, merece un recortable.
Fernando Jiménez Parras, arquitecto. Colaborador con la Fundación Docomomo Ibérico en los trabajos de Registro de la provincia de Jaén.