
Cuando te incorporas a una cola y ves un cartelito que reza “Desde aquí 45 min”, lo primero que se te viene a la cabeza es un “Puf, ¿merecerá la pena?”. Ves a la gente salir, y les oyes hablar “Está bien, pero esto es más para los críos”, y con la otra oreja escuchas al crío decir “Un rollo”. En cualquier caso, ya estamos aquí, vamos a ver. Lo que está claro es que en la semana que llevaba en el Parque de las Ciencias de Granada estaba siendo un éxito de público.
El aspecto exterior es el de un castillo hinchable, así que la versión “Esto es más para los críos” no suena disparatada. Pero…
Cuarenta y cinco minutos pasan rápido, y más si los aprovechas para mirar en internet la web de Architects of Air: “Un luminarium es una escultura monumental en la cual el público se adentra caminando para disfrutar de una experiencia sensorial provocada por la belleza de la luz y el color… Entren y déjense llevar”. Y vuelves a dudar sobre la versión correcta.
Enseguida niñas y adultos nos vimos en el vestíbulo previo, descalzándonos, porque al Luminarium se entra descalzo. “Por favor, no os quitéis los zapatos hasta que os lo digamos, porque para saber cuántas personas hay dentro contamos los zapatos que hay aquí”. Cien zapatos. Cincuenta pares. Y al salir un pequeño grupo por fin es nuestro turno.
Las advertencias en el vestíbulo son claras: hay que tener cuidado; el material del que está hecho el Luminarium es muy fino y delicado, así que nada de correr, nada de saltar, nada de echarse en las paredes… Pues no, no es un castillo hinchable. Padres, vigilad a los críos; críos, vigilad a los padres. Qué buen trabajo hacen siempre las chicas de amarillo del Parque de las Ciencias, saben cómo sacarnos a todos una sonrisa.
Y tras esa cortina de plástico rígido… empieza la aventura. Y entonces lo comprendes, todo, inmediatamente.
En ese momento conoces, reconoces, la materialidad de la luz. Alberto Campo Baeza dijo en alguna ocasión que la luz es el material más lujoso que hay, pero que como es gratis, no lo valoramos. El Luminarium es luz hecha espacio. El color, que lo domina todo, hace además que casi podamos tocar la luz. Rojo, azul, verde… Sorprende que un día nublado como el que teníamos sea capaz de generar una luz así, tan intensa. Tan material. La luz, material, generosamente derrochada.
Recorrerlo supone pasar de espacios amplios a otros angostos, comprimidos. Las secuencias, naturalmente, son determinantes, y es fácil confundir la escala global de la instalación al dar vueltas por los distintos pasillos. Encuentras pequeños nichos laterales, zonas donde tumbarse, recostarse o sentarse.
Y todo dominado por esa luz material tenue y coloreada que impregna y caracteriza completamente el espacio.
El gran espacio, la cúpula “Enschede”, ve su escala magnificada por las transiciones previas, así como el particular tratamiento de su techo, con iluminaciones lineales de gran potencia visual.
Y aire. Claro, es un castillo hinchable, un globo inflándose constantemente, un espacio en sobrepresión. Encuentras los puntos de entrada (las pérdidas son obvias), y te das cuenta del ingente trabajo que supone soldar las distintas piezas de pvc entre sí, y luego acoplar (con cremalleras) los distintos módulos que componen el total. Todo para poder tocar la luz en ese aire.
“Este LUMINARIUM se inspira en la belleza de las formas geométricas de la naturaleza y en la arquitectura islámica. Sus cúpulas y túneles recuerdan las formas repetitivas de los bazares iraníes”, es lo que cuenta la pequeña reseña que incorpora el plano. Las superficies curvas, continuas, de algún modo impuestas por la técnica, evocan esas formas, esas arquitecturas. Pero las escalas, los recorridos, las sucesiones denotan una clara intencionalidad en el diseño.
Sí que es un castillo hinchable. Es un magnífico castillo hinchable cuyas tripas por una vez recorres y vives. “Un acuario de luz a conciencia”, titulaba su reseña un medio, y algo tiene de cierto ese apelativo, acuario, cuando uno se sumerge en su luz, su aire, su espacio.
Para críos. De 0 a 99 años.
La instalación Luminarium, Arquitectura del Aire, ha estado instalada en el Parque de las Ciencias de Granada entre los días 18 y 28 de septiembre de 2014. Si en algún momento pasan cerca de vosotros, no perdáis la ocasión de visitarla, merece la pena. Entrad tanto tiempo como podáis, tantas veces como podáis, en tantas circustancias distintas como podáis. Esperemos que vuelvan por aquí.