Nuestro recortable número 6 de la colección, dedicado a la Central Hidroeléctrica de Proaza (Joaquín Vaquero Palacios, 1964), ha sido designado finalista en la XXV Edición del Premio Asturias de Arquitectura, categoría “Otras arquitecturas”. Esto ya nos hace muchísima ilusión, y aunque la competencia es dura, estaremos expectantes el día 29 en Gijón, en la gala en la que se harán públicos los resultados finales. Pero es que además hay un Premio Especial del Público que se elige mediante voto en la web de un diario. Os agradeceríamos muchísimo vuestro voto en este enlace y la difusión.
En cualquier caso, queremos agradecer haber llegado hasta aquí a toda la gente que lo hizo posible participando en el crowdfunding que permitió su edición.
Estamos encantados de presentar este recortable. Podéis comprarlo como siempre en nuestra tienda, pero tened paciencia y ved antes el video que hemos preparado. Y después podéis comprarlo aquí. Además, podéis visitar el propio Centro José Guerrero
Con fecha 23 de octubre de 2020 se publicó en el Boletín Oficial de la Provincia de Jaén la resolución definitiva de las ayudas a proyectos de investigación del Instituto de Estudios Giennenses. Dicha resolución recoge la concesión de una ayuda de 1.500 euros a la Asociación Cultural Dimomo Arquitectura para un estudio sobre “Pueblos de colonización en Jaén: urbanismo, arquitectura y arte”.
Como muchos sabéis, los pueblos de colonización forman parte de nuestros intereses desde hace mucho tiempo (sólo tenéis que indagar un poco en quiénes formamos este equipo), y llevábamos tiempo queriendo afrontar el estudio de los pueblos de la provincia de Jaén.
Gracias a esta ayuda concedida por la Diputación de Jaén podremos afrontar este proyecto de investigación, en el que nos centraremos en algunos de los pueblos.
Tras unos meses complicados para todos, por fin podemos mostraros el séptimo recortable de la serie cortaypega, dedicado al Edificio Macroscopio del Parque de las Ciencias de Granada, obra del equipo constituido por Carlos Ferrater, Eduardo Jiménez y Yolanda Brasa.
Agradecemos a Ernesto Páramo, director del Parque, la confianza que depositó en nosotros hace ya algo más de dos años, cuando en la Feria de la Ciencia de 2018 hablamos de la posibilidad de hacer este recortable. Y lamentamos que las circunstancias no nos hayan permitido presentar en sociedad el recortable en la Feria de este año, para celebrar el 25º aniversario del Parque.
Hemos hecho un gran esfuerzo de diseño y sobre todo de producción para que este recortable sea troquelado: todas las piezas están precortadas, solo hay que desprenderlas de la cartulina soporte, así que no es necesario emplear cúter ni tijeras, únicamente pegamento. Así que es posible montar el recortable en una o dos tardes tranquilamente.
También estamos muy agradecidos a Yolanda, Eduardo y Carlos por su ayuda para la elaboración del recortable, por facilitarnos toda la documentación que hemos necesitado.
En esta ocasión no hará falta usar el cúter ni las tijeras; todas las piezas vienen precortadas (troqueladas), se desprenden fácilmente de la cartulina soporte. Así que el proceso de producción del número 7 de cortaypega es algo así: (diseño)-> impresión -> elaboración del troquel -> aplicación del troquel -> manipulado final.
Nuestro mayor agradecimiento a las empresas y personas implicadas en este proceso, que a mí me sigue pareciendo mágico, y que además han tenido que realizarlo en un momento muy complicado para todos:
Gracias a Ricardo, Miguel, Paco, Jose, Enrique, Ángel, Raúl y MªÁngeles. Gracias a Imprenta del Arco, Troqueles Granada y Gráficas Juncaril. Para ellos es el colofón del número 7 de cortaypega.
Desde que se inició el estado de alarma nuestra actividad no se ha detenido, pero sí hemos estado, como todos, en una especie de letargo un poco extraño. Obviamente no podíamos enviar nada, no podíamos imprimir, y pasamos muuuucho tiempo en casa. Tanto, que optamos por colgar, de manera abierta, libre y gratuita, algunos de nuestros recortables más sencillos, para que quien quisiera se entretuviera en casa con ellos.
Poco a poco todos tratamos de recuperar la normalidad y nuestra actividad habitual, y por fin hemos podido iniciar la producción de nuestro número 7 (que tendría que haberse presentado este mes). Y realizar algunos envíos que teníamos pendientes… y otros nuevos.
Os animamos a adquirir nuestros recortables, en papel o digitales; si están en vuestra librería, compradlos allí, pero si no, podéis comprarlos aquí mismo, en la tienda, y los enviaremos tan pronto como sea posible.
Con respecto a los recortables que pusimos en descarga abierta, esperamos que quien los haya descargado los haya disfrutado. Algunos de ellos seguirán siendo gratuitos (los del quiosco de prensa de Ramón Pajares) y se pueden adquirir en la propia tienda a precio cero. Pero retomamos nuestra dinámica anterior para el de la Casa Ucelay: cada pedido en papel de cualquier otro recortable incluirá un ejemplar de la Casa Ucelay. Aunque también admitimos peticiones especiales.
Esperamos pronto poder presentaros nuestra última aventura… y las que vienen. Muchas gracias.
Como ya sabréis, el proyecto cortaypega ha recibido la Mención del Premio José Guerrero del Colegio Oficial de Arquitectos de Granada, y además estamos incluidos en el precioso catálogo que han editado.
Estamos muy felices con este reconocimiento, y hemos estado pensando cómo celebrarlo. Así que vamos a sortear un ejemplar de cada uno de nuestros recortables numerados.
Si queréis participar en el sorteo vais a tener que seguir los siguientes pasos:
Seguir a cortaypega en twitter, facebook o instagram (Esto es fácil, ¿verdad?). Solo hace falta una de ellas, pero si participáis en las tres tendréis más opciones.
Tendréis que compartir esta entrada en la red elegida (cortaypega.es/mencionados), citar o etiquetar a cortaypega de modo público (para que nos enteremos, claro), y añadir una foto del recortable que os gustaría tener: La Pagoda, Barceloneta, Club Náutico, Gobierno Civil, Casa Huarte o Proaza. En instagram tendréis que añadir el enlace en los comentarios, claro.
Cada entrada participará en el sorteo de un ejemplar del recortable deseado, así que podéis participar seis veces por red social…
Fácil ¿verdad? Participarán todos los tweets, entradas y fotos que se publiquen antes del 14 de junio a las 23.59, y el lunes 16 haremos los sorteos correspondientes. ¡Mucha suerte!
La Casa Huarte está registrada por Docomomo Internacional como una de las cinco viviendas unifamiliares de mayor interés dentro del Movimiento Moderno que existen en España y Portugal. Tuvo enorme repercusión a finales de los años sesenta, tanto que las secciones del proyecto con sus secuencias de cubiertas oblicuas entrecruzadas aparecían recurrentemente en muchos de los proyectos de los estudiantes de las Escuelas de Arquitectura en España. Fue publicada en las revistas de arquitectura internacionales más prestigiosas, como Baumister y L´Architecture d´Aujourd´hui. En España la revista Nueva Forma le dedicó un número monográfico.
En la Casa Huarte, Corrales y Molezún resolvieron un proyecto extenso en una parcela no muy amplia con una idea elemental: abrir la casa a mediodía y cerrarla a norte para aprovechar el soleamiento en los meses fríos. Para ello se elevó el terreno en todo el lindero sur. Este jardín levantado es la cubierta del pabellón de servicio, que queda oculto. A su vez se generaba un muro que aislaba la vivienda de una calle ruidosa y de mucho tráfico. El muro sur de separación de la calle daba la vuelta en el lindero este de manera que la vivienda se desentendía completamente de la calle dejando un acceso discreto para vehículos y peatones en la esquina noreste por la calle Turégano. Para no parecer hostil y minimizar su impacto visual hacia la calle, el muro perimetral se escalonaba hacia el exterior dando lugar a unas jardineras que, plantadas adecuadamente, camuflarían con el tiempo la casa. Hacia el interior estos muros que delimitan la parcela se aterrazaban de manera muy tendida, disimulando el aparente hundimiento del jardín. Se continuaba así el juego de jardineras que permitía a la vegetación hacer de filtro visual y acústico entre la casa y la calle. Acompaña a esta ingeniosa sección una planta extendida que coloniza el solar y que dibuja cinco patios, dos exteriores de acceso y tres interiores que definen los gradientes de privacidad de la vivienda: de relación, privado e íntimo. A los dos primeros volcaban respectivamente los salones de relación social e interfamiliar y el comedor. Al patio íntimo abrían los dormitorios de padres e hijos. La masa construida se compone de cuatro cuerpos alargados que se entrecruzan ortogonalmente conformando los cinco patios ya mencionados. La casa se corona con dos cuerpos, uno más discreto encima de la zona de dormitorios. El otro encima del comedor y de la entrada donde se sitúa el gran espacio de la biblioteca que prolonga la cubierta inclinada hacia el norte, rematada frontalmente por un gran ventanal y lateralmente por la característica chimenea.
Esta casa extendida se corona con dos cuerpos, uno encima del comedor y otro encima de la zona de dormitorios. El más discreto, sobre el cuerpo de dormitorios, aloja un pequeño apartamento. Encima del comedor y de la entrada se sitúa el gran espacio de la biblioteca que prolonga la cubierta inclinada hacia el norte, rematada frontalmente por un gran ventanal y lateralmente por la característica chimenea. La tectónica es fundamental en esta obra, desde la elección del material a la resolución constructiva de la multitud de encuentros y el funcionamiento higrotérmico de la vivienda. Esto la convierte en una obra eco-eficiente que adelanta varias décadas la utilización de sistemas pasivos de climatización tan en boga en la actualidad. La piel de la casa es una cerámica refractaria en pavimentos interiores y exteriores, en todos los paramentos verticales y muros exteriores y en la cubierta. Este tapiz cerámico uniforme y plegado de reminiscencia nórdica emparenta la casa con las arquitecturas de Aalto y Utzon, donde la complejidad formal y volumétrica se ve domesticada por una uniformidad material. El ladrillo se convierte así en el módulo básico constructivo que ordena toda la sección, siendo el mínimo común múltiplo de tabicas (16,5 cm que equivalen a la altura de dos hiladas de ladrillo más dos llagas de mortero), alfeizares, dinteles, coronaciones de muros, niveles de las plataformas, etc. El aparejo a soga se impone en todos los paramentos verticales, ya sea en muros de contención como en los grandes paños volados de fachada en una estrategia atectónica muy intencionada.
TARJETA TROQUELADA: “SVENSK ÄLG” y “RÖD DALAHÄST”, Suecia.
La tarjeta postal para enviar por correo es una forma de comunicación que se va perdiendo con el paso del tiempo, sin embargo, aún se continúan diseñando tarjetas que por su originalidad siguen estando de actualidad. Es el caso de las tarjetas postales que incorporan piezas troqueladas, a diferencia de las recortables, que fácilmente pueden ser montadas. La empresa STANDING CARD.COM ha editado modelos muy diversos y preciosos de montar, como los de la imagen. Aquí podemos ver dos de ellos, un caballo y un reno nórdico-navideños, ambos muy apropiados para estas fechas festivas. Elementos, que aplicados a un uso didáctico y educativo, ayudan e incentivan el ejercicio manual y el juego.
En 2007 se iniciaron las obras del metropolitano de Granada, infraestructura de 16 kilómetros de longitud que discurre entre Albolote y Armilla con el objetivo de complementar la red de transporte público para atenuar los graves problemas de movilidad del área metropolitana. De este recorrido, 2750 metros discurren soterrados, siempre en el término municipal de Granada, donde se han construido tres estaciones subterráneas. Durante el desarrollo de las obras de la estación ubicada más hacia el sur se produjo el hallazgo de los restos de la alberca de un palacio musulmán, el Alcázar Genil, cuya existencia ya aparecía ampliamente documentada. El hallazgo arqueológico posibilitó el encargo del proyecto de reconversión de la estación a Antonio Jiménez Torrecillas, que asumió la trascendencia cultural y urbana del proyecto mediante el desarrollo prioritario de tres aspectos: la realización de un proyecto interdisciplinar, la integración de los restos del Albercón del Alcázar Genil en la estación del metropolitano de Granada y la puesta en valor de los vestigios arqueológicos para ser visitados por los ciudadanos.
El Albercón
El Alcázar Genil es uno de los elementos de arquitectura islámica más singulares de Granada, ya que se trata de una almunia de recreo de época almohade construida en un entorno periurbano de clara vocación agrícola, muy vinculado a familias de la aristocracia y nobleza local. Si bien la edificación, posterior retiro de descanso de la corte nazarí y lugar muy celebrado por los poetas, ha llegado a nuestros días en aceptable estado de conservación, su Albercón, de dimensiones 121×28 metros, fue destruido por dos urbanizaciones residenciales hacia 1977, quedando únicamente a salvo el tramo de alberca que pisa el Camino de Ronda.
Elevada sobre el cauce del Genil, esta alberca constituyó un excepcional elemento constructivo con extensos huertos y jardines que debían salvar la cota respecto al río mediante un complejo sistema de muros de contención escalonados. Empleado como mecanismo de regulación de riegos de huertas y cultivos y de control de las irregulares crecidas del río Genil, el Albercón tuvo asimismo el referido uso eventual de naumaquia, escenario de batallas navales. Además, la exigencia del abastecimiento de agua a esta gran alberca precisó de la construcción de una canalización que formaba parte de la excepcional red de acequias iniciadas por los ziríes que aportaban agua del río Darro desde Fuente Grande o desde la abadía del Sacromonte y del Genil aguas arriba de Cenes de la Vega. Aquel Alcázar Genil no era un edificio, era un lugar.
Los estratos
La barbarie de los años setenta del siglo XX destruyó el Albercón en sus extremos. Décadas después, la infraestructura del metropolitano de Granada ha actuado como un troquel, apresando en sus 18 metros de anchura los dos muros paralelos pertenecientes a los laterales largos del Albercón que, además, albergan un valioso testimonio de materiales de relleno, impermeabilización y revestimiento del fondo del estanque. El hallazgo de estos restos arqueológicos de la alberca en el ámbito de la estación subterránea de Alcázar Genil motivó el encargo del proyecto de reconversión a Antonio Jiménez Torrecillas para integrarlos dentro de las infraestructuras contemporáneas de la estación metropolitana, constituyendo un reto para el conocimiento de un elemento interesante desde el punto de vista cultural y patrimonial a la ciudad. La alberca, ubicada a una cota intermedia entre el vestíbulo y la calle, ha sido objeto de un exigente alarde constructivo para permitir el paso del metro por debajo.
Su conservación in situ asume la incorporación del gran espacio exhumado y permite una lectura actualizada de un momento histórico y de una tecnología específica. Desde estos criterios, se propone coexistir con la ruina en una aproximación estética hacia ella; las ruinas son evocación pero también invitan a estudiar, como la disciplina arquitectónica nos ha recordado en recientes y singulares intervenciones. La compatibilidad del metropolitano con el carácter visitable de los restos arqueológicos ha permitido a la Arquitectura trascender su peso habitualmente instrumental en la ejecución de estas modernas infraestructuras, poniendo de manifiesto la necesidad de hallar ámbitos de encuentro entre el desarrollo urbano y la tutela de su patrimonio con el objetivo final de compatibilizar las infraestructuras contemporáneas con el pasado oculto bajo la piel de nuestros viejos centros históricos.
La solución técnico-constructiva
La introducción de los restos del Albercón en la nueva estación Alcázar Genil ha establecido un discurso polifónico en el que la Arquitectura ha adquirido su carácter de disciplina mediadora capaz de poner en valor la trascendencia cultural y urbana del proyecto. El desafiante alarde de las ingenierías no la ha relegado a un papel meramente técnico y accesorio; antes al contrario, la Arquitectura ha construido la forma, respondiendo a varios requerimientos simultáneos para generar los adecuados mecanismos disciplinares capaces de hacer compatibles los ritmos pausados de la visita a unos restos arqueológicos con el trazado veloz del metro.
Jiménez Torrecillas consigue reconvertir la propuesta inicialmente prevista desde la obligada integración de los restos para poner en valor todos los actores del proyecto, de manera que el vacío de la estación se convirtiese en una búsqueda, en la evidencia del espacio, no en un mero vacío instrumental. El Albercón, ubicado a una cota intermedia entre el vestíbulo y el Camino de Ronda, obliga a redefinir la estación para permitir el paso del metro por debajo y para integrar el estanque recuperado en un ámbito público visitable. Y se hace desde una premisa conceptual que amplificó la dificultad del objetivo: los muros laterales de la alberca no se desmontarían, manteniendo el valor de su posición y cota originales, permitiendo que los restos arqueológicos permanezcan inmóviles mediante un sistema de apeo en su actual posición a través de arcos escarzanos que garantizan la continuidad de la fábrica histórica en su cota original y el paso inferior del metropolitano. Para ello, los arcos se han anclado lateralmente a la estructura general de estampidores y pilotes, hormigonándose entre el muro original del Albercón y un talud de terreno compactado. Al ser desmontado el talud, cada arco ofrece la textura rugosa de la tierra y la estratigrafía horizontal de las tongadas contra las que se vertió el hormigón, presentando hacía el vacío de la estación la expresión honesta del material del siglo XXI bajo el muro original almohade.
Estos arcos extremos definen la directriz de la bóveda de cañón que custodia el material repuesto que conforma el pavimento interior y la base de la alberca. En su intradós queda igualmente impregnada la textura del terreno al haber sido ejecutada utilizando la propia tierra como encofrado. El peso de toda esta masa contribuye a optimizar la capacidad portante de la estructura abovedada y resuelve el desencuentro de las dos cotas, la original del Albercón y la cota estructural de trasmisión de cargas del vestíbulo. Ocho siglos después, se ha propuesto un nuevo alarde estructural e interdisciplinar donde han quedado integrados todos los actores del proyecto: los arcos escarzanos calzan los muros de la alberca, transmitiendo las cargas a los pilotes laterales en doble altura y asegurando su acodalamiento. El Albercón no se ha reconstruido, sino que se ha respetado su carácter de yacimiento arqueológico, enriqueciendo lo preexistente mediante su papel intermediario entre la ciudad, el vestíbulo y la cota de andenes.
El acceso al Albercón, ubicado a una altura de 1’80 metros sobre la cota del vestíbulo, se produce desde una meseta intermedia en las escaleras peatonales que dan acceso desde la calle, garantizándose su visita a través de un recorrido sobre grandes piezas de vidrio laminar que, apoyadas sobre una cama continua de grava, permiten la adecuada visibilidad de los restos hallados.
Alcázar Genil
La reconversión conceptual de la estación Alcázar Genil viene de la voluntad de conseguir que su sección revele el proceso constructivo que la ha hecho posible. Jiménez Torrecillas ha conseguido que los distintos paramentos reflejen en sus texturas su propia condición matérica, potenciando la honestidad de los materiales y reforzando el papel de las ingenierías en el alarde que ha posibilitado esta infraestructura. Para los paramentos laterales se ha eliminado el revestimiento inicialmente previsto que hubiese enmascarado su información genética. Se ha recuperado la textura áspera y honesta de los pilotes que soportan la losa horizontal de cobertura, dejándolos vistos. La reiteración del pilote ha reforzado la materialidad, la seriación ha amplificado su expresión y el material se ha convertido en la verdadera sustancia del hecho espacial.
Los cilindros irregulares de los pilotes consiguen equilibrar la relación entre la arquitectura y el movimiento que acoge la estación. La luz natural domesticada desde los lucernarios sobre el eje longitudinal de la estación o desde los edículos de vidrio de las escaleras delega en los pilotes la unidad arquitectónica, reforzada por la luz indirecta fluorescente que arranca de la base de los encepados en el andén subrayando la importancia de los distintos planos horizontales.
La diferencia de cota entre la superficie original del Albercón y la del Camino de Ronda ilustra el relleno continuo de la ciudad, que también crece en vertical, expandiéndose imparable; al descender desde la calle, los intervalos de terreno que separan los pilotes permiten una lectura vertical de los pausados ritmos de formación de las capas geológicas y de los fugaces estratos que la evolución de la ciudad ha ido depositando en las capas superiores. Los pilotes que quedan exentos en el vestíbulo refuerzan su materialidad a través de alcorques de luz artificial; fanales de vidrio traslúcido ocultan las oficinas de control de la estación, integrando los expendedores de tickets en una piel continua; antepechos de vidrio laminar empotrados en el pavimento orquestan el movimiento de los ciudadanos, sin pasamanos ni montantes, garantizando la percepción única del espacio arquitectónico; el forjado del vestíbulo bisela su frente hacia el andén mediante un poderoso corte a 45º que ofrece una precisa arista, superponiendo desde las escaleras mecánicas con provocadora proximidad su exacta ejecución con la percepción del hormigón del arco escarzano y del muro original almohade.
En el andén se potencia la materialidad de los pilotes y se pone en evidencia la dimensión de los bolos de acarreo de los estratos geológicos que nos informan de la proximidad del cauce del río Genil. La señalética queda delicadamente integrada con elegantes bancos y contenedores camuflados para extintores y papeleras, donde la iluminación artificial parece acomodar con su calculada intensidad toda la información del itinerario sin comprometer la unidad arquitectónica; las catenarias apenas se hacen notar, sobrevolando el ámbito de andenes de una estación donde el vacío se ha convertido en la evidencia del espacio.
La ciudad
El metropolitano establece redes de movimiento e intercambio. Los edículos que señalan las tres estaciones subterráneas del trazado metropolitano comparten un único diseño, una capota curva transparente que arropa al ciudadano en su desplazamiento vertical y que otorga continuidad a la infraestructura a lo largo del Camino de Ronda. A pesar de la saturación de elementos dispares de mobiliario urbano que salpican el trazado de la calle, estos edículos de sección constante y anchura variable anuncian que la conexión del metro con la ciudad debe proponer un ámbito susceptible de acoger futuros servicios, aumentando la complejidad de los intercambios en superficie.
La estación término
Dos ingenierías trabajan en un único lugar, dos infraestructuras se cruzan en el espacio y en el tiempo, dos trazos de memoria zigzaguean como líneas de fuerza no necesariamente ortogonales, a cotas distintas, en estratos distanciados ocho siglos: el metro discurre ahora bajo el Albercón.
Un escenario común, un lugar convertido en testigo de la suma de tiempos, donde lo antiguo adquiere una nueva dimensión al determinar el arraigo de lo nuevo; donde también lo nuevo alcanza su sentido al dar continuidad a lo antiguo, en otro capítulo que se añade a la biografía siempre inconclusa de Alcázar Genil. Modelos de vida y ritos de comportamiento rotulados sobre un conjunto de piedras y tierras que llamamos suelo, materia acumulada y compactada a fuerza de tiempo. Detener el tiempo arquitectónico es aquí una tentación inverosímil.
Desde hace poco menos de un año, el ritmo de viajeros presos por la convulsa metrópoli acompaña en su calculada exactitud la cadencia estacional de la regulación de los cultivos desde el Albercón; la luz cegadora que guía el primer vagón contrasta con la calculada iluminación indirecta que resalta los pilotes al otro lado de las vías; el silbido fugaz de los trenes suplanta el eco de las celebraciones festivas de las naumaquias. Tras él, el silencio que suceda al paso del tren no puede ser un silencio convencional, es un silencio vivo. Porque Alcázar del Genil es definitivamente la estación término de todo el trazado metropolitano, la referencia, el lugar de salida y de llegada, un inmenso silencio habitable: un lugar de paso que trasciende su propia funcionalidad, un modo de convivir con el pasado para hablar de continuidad, integrando los restos de un Albercón almohade de manera que formen parte más de la lógica pausada de una visita cultural que del trasiego febril de una estación de metro.
fotografías de Antonio Luis Martínez Cano
Este artículo de Ricardo Hernández Soriano se publicó inicialmente en el número 10 de la revista Márgenes de Arquitectura, monográfico de Antonio Jiménez Torrecillas. Ha sido adaptado por el autor para esta entrada en nuestra web, desde donde queremos rendir un homenaje a Antonio.
La Estación Alcázar Genil ha sido premiada en la XIV Bienal Española de Arquitectura y Urbanismo, y en 2019 ha recibido la Mención del Premio Torres Balbás del Colegio Oficial de Arquitectos de Granada.
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